jueves, 22 de marzo de 2007

1º documento: Imperialismo colonial: motivos y gestores.

I Unidad: “Antecedentes históricos
Para la comprensión del orden mundial actual”
Contenido: “El Imperialismo Colonial”

La colonización, tan importante en la época de los grandes descubrimientos geográficos de Portugal y España (siglos XV y XVI), había ido perdiendo poco a poco ímpetu e importancia en las centurias siguientes. En cambio, a partir de mediados del siglo XIX, especialmente entre 1870 y 1914, las naciones industrializadas europeas, a las que había que agregar Estados Unidos y Japón, comenzaron a repartirse el mundo. El colonialismo extendió, con la sola excepción de Japón, el predominio de la raza blanca por casi todo el planeta, en desmedro de las poblaciones autóctonas que en la mayoría de los casos vio arrasadas su cultura, religión, costumbres y formas de vida.

1. Los motivos: las causas de esta nueva colonización varían en cada país, pero se las puede sistematizar de la siguiente forma:

· La urgencia de los países industrializados en obtener materias primas a bajo costo para su enorme producción industrial, como por ejemplo caucho y petróleo.
· Búsqueda de nuevos mercados consumidores para sus productos manufacturados.
· Necesidad de encontrar bases de apoyo para mantener expeditas las comunicaciones con sus colonias.
· Los adelantos técnicos que facilitaban la colonización, tales como barcos de gran tonelaje, ferrocarriles, etc.; el innegable adelanto en las comunicaciones; la apertura del canal de Suez (1869) y el de Panamá (1914), a los que habría que agregar que se contaba con un armamento más moderno.
· Las grandes migraciones que impulsaron a millones de europeos a abandonar su tierra natal en busca de lugares más propicios para llevar una vida digna de seres humanos, dejando atrás no pocos problemas: falta de fuentes de trabajo debido a la implantación del maquinismo en las fábricas, represión política en Europa Central y Oriental, las hambrunas que asolaron Irlanda a mediados del siglo XIX. Muchos se establecieron en países independientes como Estados Unidos, Brasil y Argentina, pero otros prefirieron mantener los lazos con su país natal y se radicaron en los de reciente fundación, tales como Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Unión Sudafricana.
· El orgullo por demostrar que su país era gran potencia que merecía poseer un lugar bajo el sol.
· El deseo de transmitir a los nuevos pueblos la adelantada cultura occidental; es decir, dar al blanco la tarea de civilizar a los nativos.

2. Los Gestores: Si bien es cierto que la colonización fue un hecho promovido por un conjunto de factores entre los que destacan los financieros y los nacionalistas que ocuparon un lugar preponderante, no lo es menos que hubo hombres que, movidos por distintas razones, contribuyeron a dar a conocer lugares, pueblos y culturas totalmente ignoradas por Europa hasta bien avanzado el siglo XIX, especialmente de África, incentivando la ocupación de esos, hasta entonces, “inexistentes” territorios.

2.1. El misionero, el idealista: una de las figuras más atractivas de este período es, sin duda, la de David Livingstone, joven escocés que pese a sus escasos recursos económicos pudo titularse de médico y teólogo para realizar su sueño: ser misionero. El estallido de la “guerra del opio” varió su propósito de dirigirse a China; en cambio, viajó al continente negro para ejercer su ministerio. Muy pronto supo hacerse respetar y amar por los nativos, quienes alababan su caridad y su valor. Debido a problemas con los borres (colonos blancos de origen holandés), debió internarse en el continente, descubriendo en 1849 el lago Ngami.
Cinco años más tarde, Livingstone exploró el Zambeze y encontró las fuentes del Kasai. Sin darse cuenta, había traspasado la cuenca del Zambeze e internado en la del Congo logrando finalmente divisar el Atlántico en Angola.
Navegó el Zambeze hasta su desembocadura en el Indico, descubriendo en su trayecto las cataratas del Zambeze, logrando su objetivo en 1856.
De regreso a Inglaterra, con abundantes recursos materiales, inició nuevamente sus exploraciones y descubrió el lago Nyasa en 1859.
Años más tarde, en 1871, Inglaterra se inquietó por carecer de noticias de Livingstone, que había partido tres años antes a estudiar la intrincada red de lagos y ríos que constituyen las fuentes del Nilo.

2.2. El periodista:
Inglés de nacimiento, Enrique Morton Stanley se formó como periodista en Estados Unidos y su prestigio fue tal que el director del New York Herald lo comisionó para que partiera al Africa y ubicase a Livingstone, empresa en la que tuvo pleno éxito.
Su fama como periodista aumentó y el conocimiento adquirido sobre el continente negro lo convirtió a su vez en explorador y colonizador. Hombre tenaz para quien las dificultades sólo constituían parte de su trabajo, consiguió que dos periódicos financiasen una nueva expedición. Arribó al lago Victoria, descubrió una fuente del Nilo y tras alcanzar en 1876 el lago Alberto-Nyasa se adentró en el oeste desconocido. A diferencia de Livingstone, Stanley tuvo que sostener numerosas escaramuzas con los nativos antes y después de llegar al río Congo. Novecientos noventa días después de abandonar Zanzíbar, en el Indico, conseguía llegar a las costas del Atlántico.

2.3. El héroe: Para Inglaterra, dueña de los mares, era esencial mantener expeditas las vías de comunicación en todos los lugares estratégicos que pudiesen servir de base a su armada y, por lo tanto, no vio con buenos ojos cómo Francia, mediante la construcción del Canal de Suez, adquiría enorme influencia sobre Egipto, país con costas tanto en el Mediterráneo como en el Mar Rojo. Un golpe de suerte le permitió compartirla influencia francesa sobre Egipto. En efecto, el gobernante egipcio, altamente endeudado, vendió a Inglaterra sus acciones sobre el Canal de Suez en 1875. Pocos años más tarde, Francia cedía sus derechos a cambio del reconocimiento de su dominio sobre Túnez.
Asentado el dominio de Inglaterra sobre Egipto, tuvo que enfrentarse a la sublevación de los derviches del Sudán, dirigidos por un fanático musulmán que hacía llamar el Madhi. Aunque la rebelión iba dirigida principalmente contra los egipcios que gobernaban técnicamente Sudán, el gobierno inglés decidió cooperar en la evacuación de los extranjeros residentes amenazados de muerte por los derviches. La comisión fue encomendada al general Carlos Gordon, enviado al Sudán en 1884 para enfrentar la situación.
Gordon era considerado en Inglaterra como un segundo Livingstone por la implacable lucha que había sostenido hasta concluir con la esclavitud en esa parte de Africa; pero convencido de que los políticos en Londres no tenían cabal idea de los hechos, en cuanto llegó a Khartum, capital de Sudán, hizo caso omiso de sus instrucciones e inició la lucha contra las fuerzas de el Madhi, que dominaban el Nilo, las que sitiaron la ciudad y cortaron las comunicaciones telegráficas. La suerte de Gordon conmovió a la opinión pública británica en tal forma que el gobierno se vio obligado a enviar una columna militar en su auxilio. La medida se tomó demasiado tarde, pues cuando el cuerpo expedicionario entró en Khartum todo había concluido. Gordon murió defendiendo sus ideales.

2.4. El hombre de empresa: Cecil Rhodes fue uno de los miles de jóvenes británicos que se trasladó al Africa del sur en busca de riquezas, y sus dotes de organizador le permitieron amasar una enorme fortuna extrayendo diamantes en Kimberley. Sin problemas económicos, entró de lleno al campo de la política con el fin de aumentar su fama, como también el prestigio de Gran Bretaña. Dos fueron sus obras fundamentales:
a) Unir Egipto con Africa del Sur mediante la construcción de un ferrocarril. Esta monumental obra, el ferrocarril de El Cabo-El Cairo, debía cruzar territorios donde flamease el pabellón inglés, lo que consiguió en buena medida, excepto en ciertos enclaves bélgas o alemanes, y tuvo una capital importancia al atravesar por el interior del continente negro, lo que permitiría extender ramales en todas direcciones.
b) La fundación de una extensa colonia poblada por exploradores, labradores y aventureros que se asentaron en tierras negociadas con el sultán local. Durante mucho años ese territorio próspero llevó el nombre del visionario que lo concibió: Rhodesia.

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